De un aspecto descuidado, con un odio visceral a la ropa interior y a los zapatos, Lilly Pulitzer Rousseau logró establecer una exitosa marca de vestidos en una época que apuntaba a que no duraría más de dos años.
Nacida en una familia muy bien acomodada gracias a una fortuna heredada de la Standard Oil Co., Rousseau nunca tuvo preocupación alguna, ya que siempre había alguien a su alrededor para ayudarle y las reglas tampoco le fueron problema; de modo que al crecer tenía varios comportamientos peculiares muy bien arraigados, mismos que le ayudarían a imprimir ese sentimiento tan particular en sus prendas que dan la sensación de que todo esta bien y que no hay de qué preocuparse mientras tengas tu martini a la mano.
Durante su crianza asistió a varias escuelas de élite, tales como la Miss Porter’s, las cuales le darían las relaciones clave para su futuro éxito en la industria de la moda. A sus 21 años, se escapó de casa de la mano de Herbert Pulitzer para casarse con él y terminar moviéndose a Palm Beach, Florida. Después de dar a luz a tres hijos en un corto periodo de tiempo, la joven empezó a sentir un colapso nervioso. En sus propias palabras ella no sabía hacer nada, siempre le habían hecho todo lo que necesitaba y su abuela y su madre siempre le ayudaban a tomar sus decisiones. Así que hizo lo que cualquier joven rica de ese entonces haría: se internó voluntariamente en una institución mental.
Al poco tiempo, se le dió un diagnóstico poco esperado, ella no tenía ningún problema. El médico le comentó que su condición se originaba al no tener ninguna actividad que la mantuviera entretenida, que necesitaba encontrar un hobby. Como sugerencia, su marido le propuso atender su puesto de frutas. Quizás, de no haber sido por esta sugerencia, ella nunca hubiera comenzado con su negocio ya que debido a las manchas que las naranjas dejaban en su ropa blanca, fue que ella decidió crear un vestido el cual fuera colorido para ocultar las manchas de naranja, lo suficientemente grueso para no necesitar ropa interior, y lo suficientemente cómodo para tolerar el calor de Florida.
Poco a poco se fue apasionando más por crear sus pocos diseños que en vender naranjas (¿Quién no?) y en una plática con Herbert, decidieron comenzar a mostrar sus vestidos en su puesto de naranjas. Sorprendentemente, a las jóvenes de Palm Beach les encantaban a pesar de ser una antítesis a la vestimenta más rígida y entallada que prevalecía en esos años. Pero no fue hasta que a una conocida de la academia Miss Porter’s, la primera dama Jackie Kennedy, se le vio usando uno de sus vestidos el cual estaba hecho de una tela de mantel color rojo y estampado polka; así como la ayuda de su amiga Robbins Clark, una ex-editora en la revista Harper’s Baazar que su negocio de vestidos realmente comenzó a despegar.
Sin importar que Lilly nunca fue una mujer de negocios, su marca alcanzó ventas de hasta $15 millones de dólares. Para su misfortuna la falta de variedad en el diseño, la cada vez más importante figura de la mujer y la búsqueda de diseños más minimalistas forzó a la empresa a declararse en bancarrota para después ser adquirida por Sugarton Worldwide para posteriormente ser revendida a Oxford Industires en 2010.
Lilly Pulitzer fue una temeraria en su época, por sus colores vivos y los diseños despreocupados que hacía. En el 2013 murió, a los 81 años sin perder el estilo.
Hicimos un recuento de los mejores looks de la Princesa Diana. ¡Checalos aquí!